El título de
este post alude a tres conceptos que parecen fáciles de definir pero que en
realidad son mucho más complejos de lo que creemos. Desde un punto de vista superficial, siempre pensamos
que educar es proporcionar unas habilidades a una persona para que tenga una
determinada formación de acuerdo con la cultura y normas de convivencia de la
sociedad en la que vive; enseñar se podría resumir en transmitir unos
conocimientos, y aprender significa que el alumno absorbe esos conocimientos y
los aplica a la práctica de manera satisfactoria.
Esta
concepción que tenemos sobre educar, enseñar y aprender (junto con otras muchas
cosas, por supuesto) es lo que quizás ha definido en algunos aspectos el
sistema educativo en el que vivimos inmersos. Así, como bien dice nuestro profesor David Herrero en su último post titulado Viva la manía de pensar, hay una variedad inmensa de
sistemas educativos porque también existen distintas percepciones sobre aprender; pero entonces, ¿cuál es el sistema correcto?
En relación a
esto, en la asignatura hemos analizado diferentes modelos educativos que parecen tener éxito: los colegios jesuitas de Cataluña, Finlandia.... Esto me hace
pensar que si el ser humano está en constante evolución, el mundo se
transforma, la economía cambia y la ciencia avanza, ¿por qué nuestra educación no
parece que avance hacia esa dirección?, ¿por qué no conseguimos un sistema
educativo de mejor calidad?
Quizás la
respuesta está en la sociedad y, como he dicho antes, en la percepción que
tenemos sobre enseñar y aprender. Los jesuitas han sustituido las asignaturas,
los exámenes y los horarios por proyectos comunes que se realizan en espacios
de trabajo; los finlandeses llevan años apareciendo en los primeros puestos de
PISA y ahora han anunciado una reforma para adaptarse al mundo moderno enseñando a los alumnos por temas de estudio y situaciones prácticas.
Tanto el
nuevo modelo de enseñanza de los colegios jesuitas de Cataluña como los cambios
en Finlandia me parecen muy interesantes, ya que fomentan que los alumnos
piensen por ellos mismos y que se den cuenta de la utilidad de los conocimientos
que adquieren; de hecho, y rememorando las clases de didáctica del primer cuatrimestre, estas metodologías me hacen recordar los principios
pedagógicos de Tolstoi que llevó a la práctica en su escuela Yasnáia Poliana
allá por 1859, y que luego tuvieron influencia en la Escuela Nueva: libertad,
individualidad, trabajo cooperativo...
¿Algo así no
funcionaría en nuestro país? ¿Nadie que tenga el poder de cambiar esto se lo plantea? Para este caso, creo que la respuesta la encuentro
en la archiconocida frase de Albert Einstein: "Si buscas resultados
distintos, no hagas siempre lo mismo".